César Vallejo nació en Santiago de Chuco (La Libertad) un 16 de marzo de 1892. Sus padres fueron don Francisco Vallejo y doña Santos Mendoza. Tuvo una numerosa familia de 11 hermanos. Estudia Letras en la Universidad Nacional de Trujillo, donde comparte experiencias políticas e intelectuales con el Grupo Norte, que integraban Antenor Orrego, Víctor Raúl Haya de la Torre, Alcides Spelucín, entre otros.
Además escribe en el periódico La Reforma y enseña en el colegio San Juan, donde fue maestro del más tarde novelista Ciro Alegría. En 1915 obtiene el grado de bachiller con su tesis "El romanticismo en la literatura castellana". En 1917, envía uno de sus poemas al crítico limeño más importante por esos tiempos: Clemente Palma.
En la revista Variedades, Clemente Palma, le responde: "Nos envía usted un soneto titulado “El poeta a su amada” que en verdad lo acredita a usted para el acordeón o para la ocarina antes que para la poesía. Su versos son burradas más o menos infectas y que hasta el momento de largar al canasto su mamarracho no tenemos de usted otra idea sino la de deshonra de la colectividad trujillana, y que si descubrieran su nombre el vecindario haría lazo y lo amarraría en calidad de durmiente en la línea del ferrocarril de Malabrigo". Leamos y escuchemos los versos que Clemente Palma vilipendiaba:
Amada, en esta noche tú te has crucificado
sobre los dos maderos curvados de mi beso;
y tu pena me ha dicho que Jesús ha llorado,
y que hay un viernes santo más dulce que ese beso.
sobre los dos maderos curvados de mi beso;
y tu pena me ha dicho que Jesús ha llorado,
y que hay un viernes santo más dulce que ese beso.
En esta noche clara que tanto me has mirado,
la Muerte ha estado alegre y ha cantado en su hueso.
En esta noche de setiembre se ha oficiado
mi segunda caída y el más humano beso.
la Muerte ha estado alegre y ha cantado en su hueso.
En esta noche de setiembre se ha oficiado
mi segunda caída y el más humano beso.
Amada, moriremos los dos juntos, muy juntos;
se irá secando a pausas nuestra excelsa amargura;
y habrán tocado a sombra nuestros labios difuntos.
se irá secando a pausas nuestra excelsa amargura;
y habrán tocado a sombra nuestros labios difuntos.
Y ya no habrá reproches en tus ojos benditos;
ni volveré a ofenderte. Y en una sepultura
los dos nos dormiremos, como dos hermanitos.
ni volveré a ofenderte. Y en una sepultura
los dos nos dormiremos, como dos hermanitos.
En 1918 llega a Lima y conoce a Abraham Valdelomar, José Carlos Mariátegui, Manuel González Prada y al mismo Clemente Palma, de quienes se hace amigo. Para ese año ya estaba impreso Los heraldos negros. Sin embargo, por diversos motivos, llega a publicarse recién a inicios de 1919 , sin prólogo y con la fecha de impresión de 1918. A continuación el poema que da nombre a esta opera prima del vate santiagueño:
Hay golpes en la vida, tan fuertes ... ¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... Yo no sé!
Son pocos; pero son... Abren zanjas obscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán talvez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán talvez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.
Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.
Y el hombre... Pobre... pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.
Hay golpes en la vida, tan fuertes... Yo no sé!
En 1920 regresa a Santiago de Chuco, enterándose de la muerte de su madre. Durante las festividades patronales se producen disturbios. Vallejo es acusado y encarcelado durante 112 días, siendo beneficiario de una amnistía consiguió su libertad. La experiencia de sufrir una angustia profunda por la pérdida de la madre y la libertad lo marcaron e influenciaron el rumbo de su creación poética.
En 1922 publica Trilce, libro experimental que generó polémica entre la crítica. Si Los heraldos negros fue un poemario de influencia y superación del modernismo, Trilce significó el inicio de la poesía vanguardista en el Perú. Ante la falta de una declaración del autor al respecto, la significación del título "Trilce" sólo nos lleva a especulaciones diversas: se ha señalado que es un acrónimo de "triste" y "dulce", o de "triste" y "celda", o de tres hermanos (Aguedita, Nativa y Miguel, que figuran en el poema III) o de tres soles (precio de la edición de la portada) y no faltó quien indicara que era una palabra cabalística formada a partir de las cifras de los poemas del libro. Los temas son: el tiempo, la cárcel, la madre y la muerte.
III
Las personas mayores
¿a qué hora volverán?
Da las seis el ciego Santiago,
y ya está muy oscuro.
¿a qué hora volverán?
Da las seis el ciego Santiago,
y ya está muy oscuro.
Madre dijo que no desmoraría.
Aguedita, Nativa, Miguel,
cuidado con ir por ahí, por donde
acaban de pasar gangueando sus memorias
dobladoras penas,
hacia el silencioso corral, y por donde
las gallinas que se están acostando todavía,
se han espantado tanto.
Mejor estemos aquí no más.
Madre dijo que no desmoraría.
cuidado con ir por ahí, por donde
acaban de pasar gangueando sus memorias
dobladoras penas,
hacia el silencioso corral, y por donde
las gallinas que se están acostando todavía,
se han espantado tanto.
Mejor estemos aquí no más.
Madre dijo que no desmoraría.
Ya no tengamos pena. Vamos viendo
los barcos ¡el mío es más bonito de todos!
con los cuales jugamos todo el santo día,
sin pelearnos, como debe de ser:
han quedado en el pozo de agua, listos,
fletados de dulces para mañana.
los barcos ¡el mío es más bonito de todos!
con los cuales jugamos todo el santo día,
sin pelearnos, como debe de ser:
han quedado en el pozo de agua, listos,
fletados de dulces para mañana.
Aguardamos así, obedientes y sin más
remedio, la vuelta, el desagravio
de los mayores siempre delanteros
dejándonos en casa a los pequeños,
comi si tambíen nosotros no pudiésemos partir.
remedio, la vuelta, el desagravio
de los mayores siempre delanteros
dejándonos en casa a los pequeños,
comi si tambíen nosotros no pudiésemos partir.
Aguedita, Nativa, Miguel?
Llamo, busco al tanteo en la oscuridad.
No me vayan a haber dejado solo,
y el único recluso sea yo.
Llamo, busco al tanteo en la oscuridad.
No me vayan a haber dejado solo,
y el único recluso sea yo.
Vallejo viaja a París hacia 1923. Se centra en la producción narrativa, ensayística y al periodismo. Es corresponsal de las revistas Mundial y Variedades. También en los diarios El Norte y El Comercio.
En 1928 viaja a la Unión Soviética y se inscribe ideológicamente en el comunismo. A su retorno a París rompe con el APRA y, en 1934, contrae matrimonio con la francesa Georgette Philipard.
En España se inscribe en el Partido Comunista y en 1931 publica la novela proletaria El tungsteno. Poco tiempo después regresa a España, donde estalla la guerra civil. Este hecho conmueve al poeta y le inspira su poemario España, aparta de mí este cáliz. A fines de 1937 asiste al Congreso de Escritores Antifascistas en Madrid. A su retorno a París, escribe los quince poemas del poemario España... Antes de acabar el año 37 ultima la obra de teatro La piedra cansada. Desde inicios de 1938 sufre de debilidad general y fiebres constantes, lo que finalmente acaba con su vida. “Piedra negra sobre una piedra blanca” es un poema premonitorio de este hecho:
Me moriré en París con aguacero,
un día del cual tengo ya el recuerdo.
Me moriré en París -y no me corro-
tal vez un jueves, como es hoy, de otoño.
un día del cual tengo ya el recuerdo.
Me moriré en París -y no me corro-
tal vez un jueves, como es hoy, de otoño.
Jueves será, porque hoy, jueves, que proso
estos versos, los húmeros me he puesto
a la mala y, jamás como hoy, me he vuelto,
con todo mi camino, a verme solo.
estos versos, los húmeros me he puesto
a la mala y, jamás como hoy, me he vuelto,
con todo mi camino, a verme solo.
César Vallejo ha muerto, le pegaban
todos sin que él les haga nada;
le daban duro con un palo y duro
todos sin que él les haga nada;
le daban duro con un palo y duro
también con una soga; son testigos
los días jueves y los huesos húmeros,
la soledad, la lluvia, los caminos...
los días jueves y los huesos húmeros,
la soledad, la lluvia, los caminos...
Fallece en París (como lo predijo este poema) el 15 de abril de 1938. Sus restos descansaron provisionalmente en el cementerio de Mount-Rouge, en Francia. Luego, tras gestiones de su viuda, fueron trasladados al prestigioso cementerio de Montparnasse.
En su etapa de compromiso social (Poemas humanos y España, aparta de mí este cáliz) son evidentes los temas de la búsqueda de solidaridad, la pobreza, el hambre y el cuerpo como espacio de dolor y de liberación. En el nivel del lenguaje, el estilo conversacional –ya visto en sus poemarios anteriores- se entremezcla con una serie de exclamaciones que indican una deliberada búsqueda de dramatización, esto último aparece como una muestra del cambio ideológico de Vallejo, al manifestar sus ideales políticos mediante su poesía. Revisemos el poema “Masa”, incluido en España, aparta de mí este cáliz:
Al fin de la batalla,
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
y le dijo: «No mueras, te amo tanto!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
y le dijo: «No mueras, te amo tanto!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Se le acercaron dos y repitiéronle:
«No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
«No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil, clamando:
«Tanto amor, y no poder nada contra la muerte!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
«Tanto amor, y no poder nada contra la muerte!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Le rodearon millones de individuos,
con un ruego común: «¡Quédate hermano!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
con un ruego común: «¡Quédate hermano!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Entonces, todos los hombres de la tierra
le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado;
incorporose lentamente,
abrazó al primer hombre; echose a andar…
le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado;
incorporose lentamente,
abrazó al primer hombre; echose a andar…
Sus obras comprenden:
Lírica: Heraldos negros (1918); Trilce (1922); España, aparta de mí este cáliz (1938), Poemas Humanos (1939).
Cuentos: Escalas melografiadas, Paco Yunque, Más allá de la vida y la muerte.
Novela: Fabla salvaje, El tungsteno.
Ensayo: Rusia en 1931, Contra el secreto profesional, El arte y la revolución.
Teatro: Entre dos orillas corre el río, Los hermanos Colacho, Lockout, La piedra cansada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario